Joan J. Serra6. Juni 2025
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Rafel Jordà es el fundador y CEO de Open Cosmos, la empresa que diseña y fabrica el primer satélite balear, el Posidònia. El próximo 10 de junio Jordà ofrecerá la ponencia titulada El primer satélite balear: visión global, acción local en el marco de las jornadas eForum 2025, que, bajo el título Construyendo hoy el mañana, reunirá a expertos en medio ambiente, energías renovables, turismo o arquitectura sostenible durante dos días en Es Baluard Museu, en Palma.

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¿En qué fase se encuentra la fabricación del satélite balear?
El diseño ya está cerrado y estamos recibiendo las piezas para su ensamblaje. Sé que la UIB ya está preparando algoritmos para los casos de uso y la explotación de datos. Las cámaras, de una óptica muy precisa, serán el último elemento a instalar. Será compatible con Open Constellation, que es nuestra infraestructura de satélites creada para que compartan los datos generados y mejoren el acceso a la información sobre nuestro planeta. Esta capacidad compartida reduce los costos generales y facilita el acceso a datos de mejor calidad y con mayor frecuencia.

¿Se están cumpliendo los plazos?
Sí. Hay una fecha prevista de lanzamiento, que es el 17 de febrero de 2026, pero es flexible, dependiendo de las condiciones meteorológicas de esos días y de otros factores que puedan surgir en el último momento. Será lanzado en Cabo Cañaveral, en Florida, junto con otros satélites, a través de un cohete de SpaceX. Cada satélite, entre ellos el Posidònia, se desprenderá del cohete a su debido momento y a la velocidad adecuada para que tome su órbita determinada.

¿De qué tamaño estamos hablando?
De 480 x 510 x 850 milímetros. Para entendernos, el tamaño parecido al de una lavadora y unos 80 kilos de peso. Es un tipo de dispositivo impensable hace 10 o 15 años, cuando, para conseguir la misma información, eran necesarios satélites mucho más grandes. De pequeño tamaño, ahora son muy precisos en la toma de imágenes y su procesamiento con unos costes relativamente baratos, en parte porque tienen un peso mucho menor. La vida útil será de al menos tres años.

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Era un poco raro que usted, como mallorquín, despuntara en la fabricación de satélites para otros países y regiones, y Baleares no estuviera entre ellas.
Para mí, diseñar y fabricar el primer satélite de Baleares supone una satisfacción brutal. Más allá de mi satisfacción personal, otros países y regiones estaban aplicando tecnologías con impactos positivos y Baleares se estaba quedando fuera. El satélite aportará datos ambientales, meteorológicos, de cambio climático, territoriales... En definitiva, una información esencial en cualquier lugar del mundo, pero, claro, debe tener un seguimiento para establecer evoluciones y patrones para inferir qué puede ocurrir en el futuro. No puede limitarse a una información puntual. Nuestros satélites representan un presupuesto modesto, en este caso 4,2 millones de euros, pero su rendimiento es altísimo.

¿Qué papel jugará en todo ello la inteligencia artificial –IA–?
La inteligencia artificial es una nueva revolución, como lo fueron la agraria, la industrial o la de las tecnologías de la información y la comunicación. Hay tres pilares para la inteligencia artificial: la capacidad de computación, los propios modelos de IA y los datos. Todo ello nos lleva a una nueva economía, con un mundo funcionando con datos a tiempo real. En ese contexto, Baleares no puede quedar fuera.

¿A qué teme de la inteligencia artificial?
La revolución industrial trajo muchas cosas buenas, pero también trajo la explotación laboral o la contaminación. La IA también puede ser mal utilizada y ser objeto de batallas geopolíticas, pero la prudencia debe prevalecer sobre el alarmismo. Tenemos herramientas como la democracia, la educación y el desarrollo de un pensamiento crítico para hacer un buen uso de la IA. Soy optimista y tengo fe en que la gente sea consciente de que la vida en sociedad y el planeta son lo más importante. Hay que estar atentos a que los seres humanos nos preocupemos unos de otros. Podemos y debemos mirarnos a nosotros mismos, pero también tenemos que mirar el mundo que nos rodea, sin caer en distracciones que no valgan la pena.

Volviendo al satélite balear, supongo que su uso no será sólo público, sino que las empresas privadas podrán aprovecharlo para su actividad.
Por supuesto. Ya tenemos un uso de los satélites en las telecomunicaciones, el transporte público, la cartografía o la logística. Esa información la tenemos integrada en nuestro día a día. Los datos aportados por un satélite como el Posidònia pueden ser muy útiles para la actividad empresarial y para sus perspectivas de futuro, pero, como he dicho antes, no debemos limitarnos a una información puntual y limitada en el tiempo. Tiene que haber una continuidad para establecer evoluciones y patrones. Me parece que todo ello será de máximo interés para las empresas, si saben aprovechar esa información.

¿Cuál es la situación empresarial actual de Open Cosmos?
Ya tenemos cuatro fábricas operativas, en Oxford, Coimbra, Barcelona y Atenas. En Barcelona estamos fabricando el Posidònia, un nombre elegido entre las propuestas de unos 50 centros educativos de las Islas. Contamos ahora con una plantilla de unas 180 personas, pero, seguramente, antes de final de año superaremos las 200. Tenemos 10 satélites lanzados y 22 encargados, entre ellos el propio Posidònia.

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